domingo, 22 de octubre de 2017

GASOLINA

LA  GASOLINA

A finales del siglo XIX, la gasolina apenas tenía uso (los primeros motores habían salido al mercado en 1886 y su utilización era muy restringida). Utilizar una sustancia altamente inflamable, tendente a deflagrar, en la iluminación, era muy peligroso. Así, cuando Charles Pigeon fabrica una bujía segura, ha de convencer a los usuarios.


Así, en el lateral de cada aparato aparece, estampado, un largo texto hablando de lo segura que es la lámpara.


Además, en el asa, otro estampado ofrece 10.000 francos a quién haga explotar la bujía.


Variantes de este modelo, son usadas para iluminar laboratorios fotográficos, automóviles e incluso pianos.


Pigeon es un fabricante muy influyente de bujías de gasolina, aunque no es el único de Francia. En otros países también existen este tipo de lamparas, este es el caso de esta bujía de gasolina española.


Este sería el caso del uso directo de la llama, pero su mayor rendimiento se produce al gasificar el combustible para producir luz por incandescencia. Esto se puede hacer sin presión o con presión. Las lámparas con presión aún se utilizan y de ellas se habla en "Lámparas de Presión".

INCANDESCENCIA SIN PRESIÓN

A finales del siglo XIX, gracias al mechero inventado por Bunsen y a las camisas de Auer. Se presentan numerosas patentes de lámparas de incandescencia sin presión, de gasolina, alcohol o petroleo.
En España, hay varias casas que distribuyen lámparas de gasolina por incandescencia. Una de las más populares, es fundada en Madrid en 1908, por Pascual M. Laorden. A su muerte, su viuda continuará el negocio.


En este catálogo de 1931, se muestran lámparas de incandescencia con presión:


Lamparas de gasolina sin incandescencia y lámparas de incandescencia de uso doméstico, más o menos elegantes:


Quinqués o lámparas de tormenta, ambas de incandescencia:

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Farolas inspiradas en las lámparas de arco, funcionado por incandescencia de gasolina sin presión y usadas por las compañías ferroviarias.


En este catálogo, se mencionan multitud de casas de la nobleza, compañías ferroviarias, señales marítimas o bancos, todos usuarios de lámparas de gasolina, de incandescencia.






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